La alimentación es un proceso que nos acompaña a lo largo de la vida y nos ayuda a cubrir todas las necesidades de energía.
La alimentación debe aportar los nutrientes necesarios para que el crecimiento y desarrollo tanto físico como mental se produzca de forma adecuada. La elección de los alimentos es importante para adquirir unos buenos hábitos. Éstos forman lo que se denomina el comportamiento alimentario y de ellos dependerá el estado de salud de cada persona.
Repartir las cinco o seis tomas a lo largo del día ayuda a equilibrar la alimentación y evita picotear o realizar comidas muy abundantes. Se recomienda: un primer desayuno en casa, el almuerzo en la escuela, comer, merendar, cenar y, a veces, consumir un lácteo antes de irse a dormir.
Desayuno:
El desayuno es la primera ingesta del día. Desayunar correctamente ayuda a distribuir la energía a lo largo del día y mejora el rendimiento intelectual y físico.
El desayuno en los niños se puede repartir en dos tomas; una primera en casa y otra a media mañana en la escuela. Un desayuno completo debe estar compuesto:
A media mañana (almuerzo):
se debe consumir un alimento como el pan (combinándolo con jamón de pavo o York, jamón serrano), galletas o cereales, y un lácteo (yogur o queso).
Comida:
La comida es la ingesta del día con mayor variedad de alimentos.
Merienda:
Se recomienda hidratos de carbono (galletas, pan), lácteos (yogur, leche o queso) y/o fruta (entera o en zumo natural).
Cena:
Deben estar presentes los mismos grupos básicos de alimentos que en la comida pero la cena debe ser más ligera, y con preparaciones de fácil digestión.
Para lograr una buena alimentación, también es muy importante leer con atención las etiquetas de los alimentos envasados. Allí, se indica la cantidad de calorías por cada porción, así como la cantidad de hidratos de carbono, grasas, proteínas, vitaminas y minerales que contienen los alimentos.